Gallego y judeoespañol: dos lenguas minorizadas ante el reto de su revitalización que merecen una reflexión

Al abordar la situación del gallego y del judeoespañol —dos lenguas frecuentemente clasificadas como amenazadas— emerge una cuestión fundamental que parte de una premisa compartida: ambas han sido históricamente minorizadas, no por carencias lingüísticas intrínsecas, sino por condiciones sociopolíticas que han condicionado su evolución. Desde esta base común, resulta pertinente preguntarse hasta qué punto es legítimo comparar estas dos lenguas en relación con su grado de vitalidad, sus trayectorias de pérdida de hablantes y las estrategias actualmente desplegadas para su revitalización. El presente trabajo se propone analizar esa posibilidad comparativa desde una perspectiva crítica, considerando tanto los factores estructurales que han llevado a su situación actual como los esfuerzos —institucionales, comunitarios y tecnológicos— que buscan revertir su declive.

Palabras clave: judeoespañol, gallego, políticas lingüísticas, revitalización, lenguas minoritarias

El gallego, lengua autóctona de Galicia, cuenta con cientos de miles de hablantes, pero sufre un retroceso sostenido en su transmisión generacional. Aunque goza de reconocimiento institucional y de cierta presencia educativa, los indicadores sociales no son alentadores. Solo el 7 % de menores entre 5 y 14 años lo emplea como lengua habitual, lo cual pone en duda su vitalidad futura (Fredholm, 2023). Esta reducción del uso entre los jóvenes contrasta con su estatus legal y evidencia que la cooficialidad no garantiza la continuidad real de una lengua. A ello se suman las consecuencias del llamado Decreto del Plurilingüismo de 2010, que, al reducir la proporción del gallego en la enseñanza, ha debilitado aún más su posición frente al castellano (Loredo y Vázquez-Grandío, 2022).

En el otro extremo geográfico y sociocultural se encuentra el judeoespañol, lengua de los sefardíes expulsados de la Península en 1492, hablada tradicionalmente en los Balcanes, el norte de África y Turquía. Si el gallego vive una situación de amenaza creciente, el judeoespañol se encuentra en una fase avanzada de contracción, con muy pocos hablantes nativos y un uso que ya no se transmite dentro del núcleo familiar. La UNESCO lo ha catalogado como “seriamente en peligro”, y varios estudios coinciden en que, de no intervenir con urgencia, podría extinguirse como lengua viva en una generación (Gordón Peral, 2018). Sin embargo, su valor simbólico y su peso patrimonial han impulsado recientes esfuerzos para su recuperación desde comunidades académicas, educativas y culturales.

Vale la pena añadir que ambas lenguas, aunque distantes en cuanto a su contexto histórico y número de hablantes, comparten ciertos rasgos estructurales en sus procesos de revitalización. En el caso del gallego, destaca la figura de los “neofalantes”, personas que, a pesar de no haber adquirido la lengua en el hogar, la adoptan como forma de identidad y compromiso. Muy a menudo, los neofalantes cambian su lengua de origen, por ejemplo el castellano, a favor del gallego y usan el gallego a diario sin excepciones con quienes hablan. Este fenómeno ha sido identificado como clave en la resistencia lingüística en Galicia, especialmente en zonas urbanas (Nandi y Vázquez-Fernández, 2023). Del mismo modo, en el ámbito judeoespañol, se ha observado el papel activo de los docentes, muchos de ellos sin formación oficial ni recursos adecuados, que impulsan el aprendizaje del ladino en universidades, centros culturales y comunidades sefardíes (Fredholm, 2023). La ciudadanía lingüística y el activismo cultural aparecen como factores transversales en ambas experiencias. En Galicia, diversas asociaciones, colectivos familiares y editoriales minoritarias han construido una red de resistencia en defensa del gallego, promoviendo su uso en ámbitos informales, digitales y educativos alternativos. En el caso del judeoespañol, organizaciones como la Academia Nacional del Ladino en Israel han iniciado procesos de estandarización ortográfica y creación de materiales didácticos para un público interesado, aunque no necesariamente heredero de la lengua (Nuessel, 2022).

Como una estrategia de revitalizar el idioma pues se distingue un punto de convergencia interesante que es el uso de la tecnología como herramienta de revitalización. Para el gallego, se han desarrollado recursos de inteligencia artificial como modelos de procesamiento del lenguaje natural y síntesis de voz (Bao, 2023), mientras que el judeoespañol ha sido objeto de iniciativas que buscan dotarlo de corpus digitales, sistemas de traducción automática y materiales interactivos de aprendizaje en línea (Öktem, 2022). En ambos casos, la digitalización no solo cumple una función técnica, sino también simbólica: rescatar estas lenguas del olvido y hacerlas visibles en el ecosistema digital global. Sin embargo, las diferencias también son marcadas. El gallego aún dispone de un cuerpo sustancial de hablantes y de estructuras institucionales —como la Real Academia Galega o la CRTVG— que permiten su presencia continua en medios, educación y administración. En contraste, el judeoespañol depende casi exclusivamente de iniciativas voluntarias, dispersas y, en muchos casos, sin respaldo estatal. Aunque la inclusión del ladino en el sistema educativo israelí es un paso importante, su implementación es limitada y enfrenta retos logísticos, como la falta de profesores formados y de materiales homogéneos (Fredholm, 2023). Otra diferencia relevante es el grado de estandarización. Mientras el gallego cuenta con una normativa consolidada (aunque disputada por sectores reintegracionistas), el judeoespañol oscila entre distintas ortografías (romí, aljamiada, castellana adaptada) y modelos fonéticos heredados de contextos diferentes: el de Estambul, el de Salónica o el de Marruecos, por ejemplo. Esta diversidad, aunque rica desde un punto de vista filológico, dificulta su codificación formal y su enseñanza estructurada (Gordón Peral, 2018).

En términos de legitimación social, el gallego sigue sufriendo la percepción de lengua regional o secundaria frente al castellano que se entiende como una lengua de poder y de prestigio. Esto afecta especialmente a los jóvenes, para quienes la utilidad instrumental del gallego está en entredicho, lo que genera actitudes de indiferencia o incluso rechazo (Loredo y Vázquez-Grandío, 2022). El judeoespañol, por su parte, goza de un prestigio afectivo elevado entre las comunidades sefardíes, pero su funcionalidad cotidiana es prácticamente nula, lo cual complica su transmisión.

Como se puede observar, la comparación muestra que, más allá del número de hablantes o del grado de institucionalización, lo que define el futuro de una lengua minorizada es la voluntad colectiva de mantenerla viva. Tanto el gallego como el judeoespañol se enfrentan a un dilema común: o se convierten en lenguas de uso pleno y cotidiano, o pasan a ser objetos de museo lingüístico. En ese sentido, los esfuerzos de revitalización deben ir más allá de la preservación simbólica. Hace falta una inversión sostenida en educación, certificación, tecnología y visibilidad pública para que sea posible mantener alerta a toda clase de personas que luchan por sus, digamos, antepasados lingüísticos.

A modo de conclusión, podría decirse que, si bien el gallego y el judeoespañol ocupan posiciones diferentes en la escala de vitalidad lingüística, comparten el mismo horizonte de lucha por su futuro. La revitalización de lenguas no es solo un acto cultural, sino también político, es decir, es un derecho lingüístico que define qué comunidades merecen seguir soñando en su propia lengua y si hay chances de la revitalización real tanto de judeoespañol y gallego como las demás lenguas minorizadas en el mundo.

Me honra añadir al todo el conjunto que esta reflexión parte de mis vivencias personales entre Galicia y Estambul, y del doble interés que me despiertan tanto la lengua gallega como el judeoespañol, eje de mi actual investigación de máster.

Bibliografía:

  • Bao, E. (2023). Conversations in Galician: a Large Language Model Approach
  • Fredholm, K. (2023). Desafíos y necesidades en la enseñanza del ladino: estudio cualitativo. Universidad de Sevilla.
  • Gordón Peral, M. D. (2018). El judeoespañol contemporáneo, entre la decadencia y la preservación. Universidad de Sevilla.
  • Loredo, X., & Vázquez‑Grandío, G. (2022). La lengua gallega en el sistema educativo: impacto del Decreto del Plurilingüismo.
  • Nandi, A., & Vázquez-Fernández, M. (2023). Agencia humana y civismo sociolingüístico en la Galicia contemporánea.
  • Nuessel, F. (2022). El judeoespañol como lengua en peligro y el papel de la Academia Nacional del Ladino.
  • Öktem, A. et al. (2022). Preparing an Endangered Language for the Digital Age: NLP tools for Ladino.
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